La unión hizo la ciencia

Los científicos latinoamericanos se unieron con sus pares del mundo para entregar respuestas rápidas a la crisis desatada por el coronavirus. Los políticos y los medios no siempre les hicieron caso. 

La pandemia se convirtió en una carrera contra el tiempo para los científicos de todo el mundo. Entre noviembre y diciembre del 2019 se presentaron los primeros contagios en China, y menos de un mes después, el 17 de enero, aparecieron las primeras investigaciones sobre el tema en PubMed, la mayor base de datos mundial de información científica relacionada con el sector de la salud. Seis meses más tarde ya se habían publicado 31.322 documentos con investigaciones sobre el nuevo coronavirus y sus impactos en la salud física y mental.

Según el Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (OCTS), los primeros aportes de Iberoamérica aparecieron poco después de que empezara la crisis, el 30 de enero, con publicaciones de Brasil y España. En cuestión de 10 días la cifra se había duplicado, y para finales de abril ya se había quintuplicado, se contaban 2.774 artículos de la región en la base de datos internacional.

Pero además de ser contrarreloj, el asunto se volvió un trabajo en equipo que requería acceso a la información casi en tiempo real. El neurocirujano colombiano Enrique Osorio Fonseca fue uno de los primeros en involucrarse en estas investigaciones, pues el centro médico donde trabaja en Bogotá estaba buscando soluciones para que los médicos no se contagiaran decovid-19. “Uno de los momentos críticos es la intubación, porque cuando el tubo entra se genera un reflejo de tos que hace que el paciente expulse microgotas en las que viajan partículas”, contó.

En un diario de Taiwán, Osorio encontró la primera pista: investigadores locales habían creado una caja de intubación que aislaba al paciente. La clínica donde trabaja Osorio importó una y la pusieron a prueba, pero esta presentó más problemas de los esperados: dificultad para limpiarla y alto peso, por ejemplo.

Osorio, entonces, buscó a un amigo arquitecto y juntos revisaron más avances y desarrollaron, en la Universidad El Bosque, un modelo propio: el iglú antiaerosol, que fue producido en una fábrica local de acrílicos. El médico publicó el resultado de su investigación en julio, y para septiembre ya había sido usada y citada en otras dos pesquisas más, en Estados Unidos.

El informe “La respuesta de la ciencia ante la crisis del covid-19”, publicado en septiembre del 2020 por el OCTS, explica que ante lo desconocido de la enfermedad la ciencia respondió uniendo esfuerzos. “En enero y febrero de 2020, los niveles de colaboración internacional, reflejados en la firma conjunta de artículos científicos por parte de autores de distintos países, alcanzaron al 25 % y 27 % del total. Muchos artículos se centraron en la descripción de la nueva enfermedad y en la posibilidad de la extensión del brote a otros países y regiones”, dice el reporte.

¿De qué hablamos?

Las investigaciones sobre la pandemia, detalla el documento del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad (OCTS), se dedicaron a explorar cuatro grandes frentes: el estudio del virus y la enfermedad, los efectos psicológicos del aislamiento, el tratamiento de los pacientes y la gestión de los sistemas de salud.

En materia de innovación para el tratamiento de la enfermedad, la mayor parte de las investigaciones se centró en los tratamientos médicos para mitigar el daño y salvar la vida de los pacientes. En Latinoamérica, por ejemplo, casi todos los países desarrollaron sus propios prototipos de ventiladores o respiradores mecánicos, los cuales bombean aire a los pulmones de los pacientes más afectados por la covid-19.

Benjamín Castañeda, director del Centro de Investigación y Desarrollo de Ingeniería Médica de la Pontificia Universidad Católica del Perú, desarrolló con su equipo un prototipo llamado Masi que ya ha permitido fabricar y poner en funcionamiento 275 ventiladores mecánicos que se donaron al Estado. “Masi, que en quechua significa compañero, ha marcado un hito en la historia del país porque por primera vez se producen equipos biomédicos a gran escala […]. Con la pandemia, la ciencia se ha vuelto más necesaria para enfrentar los retos que tenemos, y hay que aprovechar esta ola para sentar bases y que no sea algo que pase”, dijo.

Durante el proceso de creación y producción de los ventiladores, los investigadores debieron superar una de las fases más complicadas de los desarrollos tecnológicos en el campo de la salud: los ensayos clínicos, es decir, las pruebas médicas controladas con pacientes para medir la efectividad, los riesgos y posibles fallas del producto. Según el OCTS, en Latinoamérica, hasta julio, se registraron 168 ensayos clínicos, de los cuales 92 estaban en Brasil, 51 en México, 30 en Argentina, 17 en Cuba, 16 en Colombia, 14 en Chile, 14 en Perú y 5 en Ecuador.

Uno de los científicos que trabaja en estos desarrollos tecnológicos es Flávio Guimarães da Fonseca, biólogo y virólogo de la Universidad Federal de Minas Gerais, en Brasil, cuyo trabajo se concentra en el ensayo nacional de vacunas y diagnósticos. Él contó que en septiembre del 2020 su equipo pudo presentar al público un kit serológico de diagnóstico de covid-19. “Los mayores desafíos que tuvimos fueron la transformación de los laboratorios que eran de investigación y tuvieron que adecuarse para pruebas y diagnósticos. También los riesgos que trae el manejo de muestras contagiosas y los problemas para conseguir los insumos para las pruebas. Ahí fue importante la colaboración de todos los laboratorios del país porque cuando a alguno le faltaba algo, otro se lo podía prestar”, relató.

Y aunque la inversión en ciencia, tecnología e innovación en América Latina apenas corresponde al 2,8 % del total mundial, de acuerdo con el informe “El estado de la ciencia 2020”, elaborado por la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), el OCTS destaca que en varios países de la región se logró movilizar fondos para garantizar que el sistema de ciencia y tecnología tuviera lo necesario para crear y difundir herramientas de investigación, desarrollo, tratamiento y contención del virus.

“Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Perú, España y Portugal crearon comités de expertos, formaron consorcios para el desarrollo tecnológico de insumos y demás elementos necesarios para abordar la pandemia, financiaron proyectos de investigación e impulsaron el desarrollo de herramientas para apoyar a las pequeñas y medianas empresas”, indica el OCTS. A eso se suma que la Unesco lanzó Recursos Educativos Libres, una página donde se publican artículos de revistas especializadas, datos científicos y varias iniciativas sobre el acceso y los datos científicos libres.

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