Florence Goupil

Jheymi Mejía Mori descansa en el suelo después de jugar con otros niños de la comunidad de Cantagallo, en Lima. Con más de trescientas familias hacinadas y en condiciones insalubres es muy difícil encerrar a los niños. Los shipibo-konibo de la comunidad de Cantagallo viven un encierro que pone en riesgo su salud y esperan que las fronteras internas del país se abran para volver a donde sus familiares, en las comunidades nativas de la Amazonía. Los abuelos de Jheymi, por ejemplo, viven en la comunidad de Bethel, a cuatro horas de la ciudad de Pucallpa, y la covid-19 ha afectado su salud. Mientras tanto, en Lima, Jheymi escucha todos los días noticias de familiares infectados por el virus. La covid-19 llegó a comunidades aisladas y las medidas del Gobierno peruano no fueron efectivas para protegerlas.

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